El movimiento de personas en todo el mundo no deja de agitarse. Ya sean inmigrantes o emigrantes, exiliados, expatriados o refugiados, todos son desplazados de sus hogares y se hace referencia a ellos en esta Sucá. El museo de Tucson está ubicado en un desierto a solo 400 metros de uno de los puntos de conflicto relacionados con los inmigrantes de México. Una Sucá es una construcción inestable y temporal que representa la fragilidad de la vida humana y al mismo tiempo un refugio para quien se siente desamparado.
Kol Kore Bamidbar, son las palabras hebreas para decir “Voz que clama por protección” Esta instalación transforma los materiales de un cerco limitante en un refugio que recibe a todos como una celebración, un refugio que alberga a la humanidad en su conjunto que se representa en las paredes de la Sucá, ya que se llenan de imágenes impresas de ojos a través de una acción colectiva participativa. Se invitó a los visitantes a agregar ojos impresos a la instalación. Los espejos que cuelgan de la estructura reflejan la mirada de los visitantes, como testigos. El primer artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos aparece escrito en 50 idiomas diferentes, incluidos los tradicionales, así como los idiomas de los pueblos originarios de Estados Unidos pero obviamente también de México y Sudamérica. El hecho de “no entender” es crucial en esta obra, ya que marca el sentimiento de extrañeza. Los colores elegidos para la sucá representan los atributos tradicionales de Sucot. Esta obra captura el espíritu profundo de esta celebración: la “bienvenida” en sí misma es ya el motivo de celebración. La “alteridad” y la “unión” son los grandes temas de esta instalación.
En la época de nuestra plaga actual, aunque nuestras bocas estén cubiertas con máscaras protectoras; nuestras voces en nuestros ojos continúan reclamando justicia.
Mirta Kupferminc
